jueves, 21 de mayo de 2009

El ultimo truco del Mago


Cuando se quiere escribir sobre algunos personajes a los cuales se los admira demasiado se complica demasiado porque uno nunca encuentra las palabras justas para poder definirlos. Este es el caso de un astro como Zinedine Zidane, decir que es un monstruo le queda chico y seria una falta de respeto de mi parte definirlo con esa sola palabra. Lamentablemente la edad no me acompaña y no pude ver a jugadores como Cruyff, Di Stefano, Laudrup, Puskas, Angelito Labruna, Sivori, ni a Franz Beckenbauer, como para citar algunos ejemplos pero si pude llenar mis ojos de futbol viendo a este mago francés.

Como para poder ubicarnos un poco mejor la carrera de Zinedine Zidane se inició en los suburbios del norte de Marsella. Allí, a los 14 años, este hijo de inmigrantes argelinos fue descubierto por un cazatalentos que le ofreció un puesto en la academia del Cannes.

Antes incluso de cumplir los 17 años, Zidane se hizo con un hueco en el primer equipo del Cannes y, durante la temporada 1990/91, ya era uno de los fijos del once titular que no pudo salvar la categoría al término de la campaña siguiente. Tras el descenso del equipo, Zizou firmó por el Girondins de Burdeos a fin de poder seguir desarrollando su talento en la máxima categoría.

Poco después, Zidane ya desempeñaba un papel protagonista en el Girondins y, en la temporada 1995/96, degustó su primer sorbo de gloria, al alcanzar la final de la Copa de la UEFA. Aunque su equipo perdió aquel partido ante el Bayern de Múnich, sus proezas en el cuadro bordolés confirmaron la condición de Zizou como digno sucesor del mítico centrocampista de la selección francesa Michel Platini, a quien, por cierto, pudo contemplar de cerca de niño, mientras hacía de recogepelotas en el Campeonato Europeo de la UEFA 1984.

Aquel muchacho de Marsella recibió la llamada de la selección en agosto de 1994. Su debut como internacional difícilmente podría haber sido más fulgurante: tras saltar al césped cuando los Bleus perdían por 2-0 ante la República Checa, el talentoso Zizou cambió por sí solo el rumbo del partido, al marcar dos goles que sellaron el empate.

Pero su consagración definitiva como internacional se produjo durante la campaña 1995/96. Allí, el seleccionador nacional, Aimé Jacquet, depositó toda su confianza en el jugador del Girondins de Burdeos, quien gozaba claramente de las dos principales cualidades que caracterizan a un buen jugador: una técnica excelente y una voluntad inquebrantable.

Zidane se había mostrado majestuoso esa temporada, tanto en su club como en la selección, y los mejores equipos de Europa estaban locos por hacerse con sus servicios. Finalmente, en el verano de 1996, se decidió por el Juventus de Turín. Esa misma temporada conquistó su primer trofeo con el equipo italiano, cuando la Vecchia Signora se impuso al River Plate argentino en la Copa Intercontinental.

Ese primer contacto con las mieles del triunfo vendría pronto seguido por un par de ligas italianas, en 1997 y 1998. Aquel mismo verano, ante su propia afición, Zidane pudo añadir el trofeo más prestigioso a su palmarés tras liderar el triunfo de Francia en la Copa Mundial de la FIFA 1998.

Zidane eligió la final contra Brasil, en el parisino Estadio de Francia, para lograr sus dos primeros goles en la Copa Mundial de la FIFA y convertirse así en el indiscutible héroe del certamen luego de sufrir una expulsión en la primera fase. Luego, en el verano de 2000, Francia acentuó su supremacía al proclamarse campeona de Europa, lo que llevó a los seleccionadores de todo el mundo a elegir a Zidane como Jugador Mundial de la FIFA por segunda vez en tres años (tras 1998).

Un año más tarde, Zidane fichó por el Real Madrid por la cifra récord de 73 millones de euros. Allí ha seguido siendo de gran utilidad, deleitando al público del Santiago Bernabéu con gestos técnicos únicos, sirviendo pases medidos a sus compañeros y marcando goles increíbles. Su mayor obra de arte fue la volea inolvidable que dio el triunfo al equipo merengue en la Liga de Campeones de la UEFA 2002, contra el Bayer Leverkusen; un golazo que lo decía todo sobre un jugador fantástico en el momento cumbre de su inspiración.

Tras lesionarse en el último partido de preparación para Corea/Japón 2002, Zidane sólo pudo disputar el último de los tres partidos de Francia en su malograda andadura mundialista. Dos años después, en la Eurocopa de Portugal 2004, salvó a su equipo de perder contra Inglaterra en el encuentro inicial, al meter dos tantos en los dos últimos minutos (2-1). Sin embargo, la posterior eliminación ante Grecia, unida al agotamiento físico y psicológico, llevaron al mítico Diez a abandonar prematuramente su carrera como internacional.

Al menos, eso fue hasta el verano de 2005, cuando, tras disfrutar de sus primeras vacaciones largas en muchos años, no pudo resistirse por más tiempo a los encantos de portar la camiseta de la selección. Tras recapacitar su decisión, regresó para ayudar a Francia en su camino minado hacia la clasificación para Alemania 2006.

Cuando recordamos aquel ultimo mundial que jugo este genio se nos viene a la mente el partidazo contra Brasil que le permitió a Francia acceder a la semifinal donde enfrento a Portugal y por si fuera poco su selección gano uno a cero con un gol suyo. Si después llegaría la gran final nuevamente vuelve a marcar pero Italia puede igualar el marcador, hasta que se va expulsado por un cabezazo a Marco Materazzi y su Francia pierde por penales. Pero que quede claro que ese momento de calentura que sufrió solo sirvió para demostrar que era humano porque hasta ese entonces pensaba que era de otro lado y que había venido a enseñarnos a jugar al deporte mas lindo del mundo.

Y para dejar en claro en nuestra mente solo quedan esas jugadas inolvidables que hiciste y que nunca se van a volver a repetir, me queda un sabor amargo saber que nunca mas volveré a ver a un jugador con tu talento porque hombres así solamente se ven una vez en la vida y yo ya te vi. GRACIAS GENIO.

No hay comentarios: